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Comunicado aparecido en El Tiempo, febrero 4 de 1996
Por la Defensa de la Caja Agraria
Combatamos al imperialismo y a su agente Ernesto Samper
Por Ramiro Rojas
En este año el proletariado colombiano
se apresta a librar importantes batallas. Los trabajadores de Telecom, Ecopetrol
y Caja Agraria, entre otros, se enfrentan a la ofensiva privatizadora que
el gobierno de Samper impulsa, atendiendo los dictados de Washington. De igual
manera, el magisterio sale en defensa de sus reivindicaciones. En estas y
en las demás luchas que libra el pueblo, ondean las banderas de la
resistencia civil, como insignia del rescate de la soberanía económica,
cada día mas menoscabada por los embates de la recolonización
norteamericana.
Ante tales perspectivas, bien vale la pena volver sobre verdades que durante
30 años nos han orientado acertadamente en la lucha revolucionaria.
El principal enemigo de Colombia es el imperialismo norteamericano que saquea
las riquezas de nuestro suelo, entorpece el desarrollo económico, explota
el trabajo de los nacionales y atenta de innumerables formas contra la soberanía
del país, gracias, precisamente, al contubernio con las oligarquías
vendepatria que detentan el poder. Como lo señala Francisco Mosquera:
“Se trata del neocolonialismo, (...) el desvalijamiento moderno
que no precisa de virreinatos o protectorados de ninguna especie para llevar
a feliz término la labor depredadora. Aun cuando eche mano de los cuartelazos,
las invasiones y las tomas territoriales, dentro de su inclinación
natural a esgrimir escuetamente la represión siempre que sea indispensable,
tolera la independencia política, la república y los gobiernos
elegidos por sufragio, pues sus ganancias espectaculares y especulativas,
inherentes al capitalismo monopólico, estriban antes que nada en la
exportación de capitales”. (1)
Del señalamiento de lacayo no se puede exonerar al régimen de
Ernesto Samper. Su programa de gobierno, el demagógico Salto Social,
no es más que la forma que adopta la apertura que impusiera César
Gaviria siguiendo los preceptos emanados de la Casa Blanca. Samper, como ministro
de Gaviria, trabajó activa y fielmente para que se alienara la Nación.
Para consolidar esa política de expoliación, utiliza el embeleco
del Pacto Social, en su afán por ofrecerle a los conglomerados extranjeros
mano de obra barata. Esto lo sabe muy bien la mayoría de los colombianos
cuyo salario, reducido en el último quinquenio en cerca del 10%, es
pactado por debajo del costo de la vida con la complicidad de Orlando Obregón,
ex presidente de la CUT y ahora flamante ministro de Trabajo.
El desempleo es otra tragedia que agobia a los pobres. La ruina de la producción
nacional ha dejado sin trabajo a centenares de miles de campesinos y obreros,
convirtiendo la promesa de crear 1.600.000 nuevos puestos de trabajo, en una
burla con la que Samper agravia a los desposeídos. Las regresivas normas
laborales plasmadas en la Ley 50 de 1990, se refuerzan con engendros como
el Código Disciplinario Unico o Ley 200 de 1995. Para financiar al
Salto Social, patraña orientada por el Fondo Monetario Internacional,
recurre a la más regresiva exacción contra las familias colombianas,
incrementando el IVA al 16% y endeuda al país con el BID. Y, como privatizador,
supera ampliamente a sus antecesores. A los voraces monopolios les ha ofrecido
bancos, la telefonía de larga distancia, las empresas de energía
eléctrica, los aeropuertos y hasta las carreteras del país.
Samper, pues, en la más contundente demostración de servilismo,
acoge y aplica el recetario que en noviembre último le formulara el
Fondo Monetario Internacional. Allí se consigna el aumento de las tarifas
de energía y teléfonos, la sobretasa y el reajuste al precio
de la gasolina, la reducción de los salarios, el drástico control
monetario, la elevación de las tasas de interés, la agilización
del proceso de privatización, entre otras exigencias.
Nadie puede, por lo tanto, llamarse a engaño con respecto a Ernesto
Samper, ni los gremios ni las organizaciones sindicales ni las diferentes
fuerzas de izquierda. Ya en 1990 Francisco Mosquera había dado la voz
de alerta sobre el programa samperista, cuando escribió: “Ernesto
Samper, por ejemplo, en sus cuñas radiales, se propone acabar el desempleo
impulsando los pequeños y medianos negocios, las cooperativas de producción
y mercadeo, el campesinado minifundista, el trabajo por cuenta propia y las
demás modalidades artesanales que, si todavía desempeñan
un rol económico, se explica por el rezago secular del país.
Y eso es casualmente lo que calculan los imperialismos, que ellos se dediquen
a la producción pesada, estratégica y técnica, mientras
el Tercer Mundo se recluye en la denominada 'economía informal', o
sea, la venta ambulante, los tallercillos de dos o tres operarios, el minifundio,
las faenas domésticas o las labores a destajo. En otras palabras, que
nos confinemos a la miseria”. (2)
A la terrible bancarrota que sufre el país, se le ha agregado la inestabilidad
producida por las denuncias sobre falsedad en documentos públicos,
recepción de aportes de monopolios extranjeros y de grupos financieros
colombianos, así como del narcotráfico, para financiar la campaña
presidencial. La corrupción es una herramienta que los monopolios y
las grandes potencias utilizan para llevar a cabo sus actividades expoliadoras.
La actual coyuntura no ha sido la excepción y Washington se mueve para
presionar al régimen títere a fin de obtener mayores prebendas
e incluso hasta para inmiscuirse en toda clase de instituciones, como la Fiscalía
o el DAS.
No señalar claramente la esencia del régimen confunde al pueblo.
Por todo lo anterior, el proletariado, el campesinado y demás sectores
populares, los productores nacionales y todos aquellos que quieren una patria
democrática y soberana, deben aprovechar estos momentos de crisis para
levantarse contra el imperialismo norteamericano y sus aliados, la oligarquía
liberal conservadora, que oprime y explota la nación.
Como parte de esta tarea revolucionaria, apoyamos la lucha que Sintracreditario
adelanta para evitar que el actual régimen destruya la organización
sindical y despedace la Caja Agraria. Asimismo, nos solidarizamos con la lucha
del magisterio que, traicionado por una parte de la dirección de Fecode,
no se resigna a que se le escamotee su reivindicación del salario profesional
y por rescatar el Estatuto Docente. Otro tanto haremos con las batallas que
adelantan la USO y Sittelecom. Del mismo modo nos sumamos a la convocatoria
hecha para realizar, el próximo 6 de marzo, una Jornada Nacional de
Protesta.
Notas
1. Francisco Mosquera. Resistencia Civil, pág. 126.
2. Francisco Mosquera. Resistencia Civil, págs. 401- 402.
ASOCIACION COLOMBIANA DE EMPLEADOS BANCARIOS
- ACEB
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