El fogonero

Reforma tributaria: Iva a todo

Espartaco Rodríguez

Alvaro Uribe Vélez, representante de la dictadura oligárquica, lacaya del imperialismo norteamericano, usa con pérfida intención el apoyo recibido de los colombianos ante los desmanes de la guerrilla, para imponer a la población, cada vez más pauperizada, mayores cargas tributarias. Para ello ha contado con el apoyo de un congreso complaciente y de un movimiento obrero entregado, que enarbola la abstención activa contra el referendo como la gran batalla, mientras impulsa la concertación entre las organizaciones sindicales y se desentiende de la lucha frontal contra las reformas. Todas estas enmiendas están concebidas dentro de la aperturista Constitución de 1991 para entregar hasta la última gota de las riquezas naturales y del trabajo a los trust estadinenses, saqueo que avanza sin resistencia alguna en Colombia y demás naciones sojuzgadas.
La reforma tributaria fue presentada al congreso el 8 de octubre de 2002 y aprobada sin mayores modificaciones el 20 de diciembre del mismo año. Así, los colombianos iniciaron año nuevo con tributos nuevos. Reforma que se sustenta en un 63 por ciento en el cobro del Iva, impuesto regresivo que pone a pagar en igualdad de condiciones a pobres y ricos tengan o no capacidad de pago. Se gravó con Iva del 7 por ciento a gran parte de la canasta familiar: el chocolate, el café tostado, la avena, el maíz, el arroz, las harinas, el atún, las sardinas enlatadas y las pastas alimenticias; a los servicios de aseo, de vigilancia privada, de gimnasios y de clubes sociales y deportivos; a las comisiones por los servicios temporales de empleo, a los planes de medicina prepagada y a los arrendamientos de locales comerciales. A partir de 2005 la tarifa de los productos anteriores subirá al 10 por ciento.
Los pañales, toallas higiénicas y los preservativos quedaron con una tasa del 10 por ciento. Los pasajes aéreos, los aceites comestibles, las margarinas y la publicidad tienen un Iva del 16 por ciento, la telefonía celular del 20 por ciento, los vehículos nacionales e importados del 25 por ciento y la cerveza paga una taza del 11 por ciento.
Pero no contento con gravar los alimentos, además, entre otras medidas, a los trabajadores que devengan cinco y más salarios mínimos se les fija una retención en la fuente sobre el 75 por ciento de su ingreso laboral; se redujo de 183 a 150 millones de pesos el monto del patrimonio a partir del cual los colombianos tienen que declarar renta; a los contribuyentes se les fijó una sobretasa del 10 por ciento, la cual, a partir de 2005 quedará permanente en el 5 por ciento, y se comenzó el desmonte de algunos beneficios y deducciones tributarias.
Todas las reformas fueron impulsadas sobre el argumento de la crisis fiscal que vive el Estado colombiano. El gobierno no escatimó palabras para señalar como culpables a los trabajadores, a sus sueldos y pensiones. Pero los verdaderos causantes del robo al erario público, son los políticos, los funcionarios de las administraciones a través del cohecho, del peculado y la concusión obligando al fisco a asumir los costos de los desfalcos y de la tramitomanía, así como la quiebra de las entidades privadas, en especial las del sector financiero. A esto se suma la venta del patrimonio estatal, fuente generadora de buena parte de los ingresos de la hacienda pública.

 
 
Bogotá, octubre 12 de 2003
bg