El fogonero

 

 

 

MOIR Unidad y Combate

 

2. CUESTIONES FUNDAMENTALES DE

LA REVOLUCIÓN COLOMBIANA

 

Artículo escrito por el camarada Francisco Mosquera en enero de 1971, para el periódico “Unidad” del Sindicato de Trabajadores de las Empresas Municipales de Cali. Tomado de “Unidad” año IV. No. 20. Cali, febrero de 1971.

Profunda e irreversible es la crisis de la sociedad colombiana. Los acontecimientos de los últimos años demuestran que el pueblo colombiano está decididamente en contra de las instituciones, ideas, valores, organizaciones y personas que mantienen el estado actual de cosas. Cada día se ve más claro el hecho de que el régimen se sostiene sobre la base de la represión, recorta progresivamente los derechos de las masas populares a la vez que aumenta las cargas, los impuestos, la explotación. Una de las expresiones más claras de la crisis actual es el caos y la descomposición de los llamados partidos tradicionales que han gobernado durante siglo y medio la vida del país. Las soluciones que plantean estos partidos no resuelven los grandes problemas de Colombia. Por el contrario, los problemas que padece el pueblo colombiano son fruto precisamente de la política antinacional y antidemocrática que han venido defendiendo y aplicando tradicionalmente el Partido Liberal y el Partido Conservador.

Muchas son las explicaciones que salen de las mentes de los ideólogos de la burguesía sobre la quiebra en que se encuentra el régimen, pero ninguna de tales explicaciones va al meollo del asunto y en lugar de arrojar luz oscurecen totalmente el panorama. Dos son los males principales de Colombia: el primero y más grave, es la dominación y explotación del imperialismo yanqui, y el segundo es el mantenimiento de los rezagos feudales en el campo. Estos dos males son a la vez causa directa del atraso de la producción nacional y de la miseria y explotación en que se encuentra la inmensa mayoría de la población colombiana. Por eso la política. oficial, orientada a mantener la dominación neocolonial del imperialismo y el atraso del país, con la consiguiente explotación y miseria de las masas, no puede contar nunca con el respaldo popular y en la actualidad está en completa bancarrota.

Pero la crisis que vivimos es buena. Los revolucionarios no tenemos por qué lamentarnos de ella. Las cosas tienen que dañarse para que puedan ser arregladas. En una situación como la que vive Colombia, las ideas y soluciones revolucionarias tienen que abrirse camino inevitablemente. Una política revolucionaria dirigida a eliminar la explotación y opresión del imperialismo yanqui sobre el país y a romper todas las trabas internas que impiden el desarrollo nacional, suprimirá la dominación de las clases explotadoras y sacará al pueblo del actual estado de miseria y atraso, y por lo tanto esta política gozará del respaldo decidido y entusiasta de las inmensas mayorías nacionales. Una política nacional y democrática es lo que necesita la Colombia de hoy. Esta es la única solución posible a la crisis, solución que no ven o no pueden ver las clases dominantes ni los pensadores seudo-científicos de la pequeña burguesía.

De las clases que sufren la opresión y explotación del imperialismo, de los terratenientes y de la burguesía, es el proletariado la clase más revolucionaria de la sociedad colombiana. Por la situación internacional y nacional es el proletariado quien puede llevar adelante consecuentemente esta política revolucionaria nacional y democrática, y por consiguiente organizar y dirigir al resto del pueblo en la batalla contra el imperialismo y sus lacayos colombianos. Esto hace que la revolución nacional y democrática que necesita Colombia sea una revolución de nuevo tipo, una revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado. Esta característica es la que determina que la actual revolución de nueva democracia culmine, en su segunda etapa, en una revolución socialista. Sólo el proletariado como máximo dirigente de la revolución colombiana puede garantizar los dos pasos: el de la revolución de nueva democracia (contra el imperialismo y sus lacayos colombianos) y el de la revolución socialista (contra toda forma de explotación capitalista.). De esta grandiosa misión histórica se concluye la necesidad de la creación y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana.

En los últimos años, y más concretamente en la década del 60, importantes sectores de la intelectualidad pequeñoburguesa se han planteado el problema de la revolución colombiana y han pasado a la acción muchos de ellos, creando sus propias organizaciones políticas y enfrentando las fuerzas represivas y militares del enemigo. Sin embargo, la intelectualidad pequeñoburguesa no ha podido descubrir el fondo del problema, y por eso son más los fracasos que los éxitos de estas corrientes. No sólo no creen en la capacidad de la clase obrera colombiana para resolver los asuntos de la revolución, sino que en no pocas ocasiones se han opuesto rabiosamente a la dirección del proletariado y a la decisión de crear y fortalecer un partido proletario. Pero esta cuestión se ha venido aclarando a través de la experiencia de los últimos años y, sobre todo, mediante la colaboración del proletariado internacional, encabezado por el camarada Mao Tsetung, quien, como un escalón más alto del marxismo-leninismo, ha desarrollado la teoría y la práctica de la revolución de nueva democracia, o sea la revolución de los países coloniales y semicoloniales bajo la dominación del imperialismo en la época actual. El camarada Mao Tsetung dice: «Por una revolución de nueva democracia se entiende una revolución antiimperialista y antifeudal de las grandes masas populares bajo la dirección del proletariado...» «Este tipo de revolución es el que se desarrolla actualmente en todas las colonias y semicolonias».

Nunca en el pasado se dio una mejor situación para presentar una salida realmente consecuente de la revolución colombiana, como la que hoy vivimos. Es el momento en que los revolucionarios conscientes y los sectores más avanzados del proletariado y de las masas populares deben librar sin cuartel una gran batalla en los terrenos ideológico, político y organizativo contra las tendencias burguesas, pequeñoburguesas y especialmente contra el revisionismo, con el objeto de aclarar el problema de la dirección del proletariado en la revolución y de la necesidad de la creación y el fortalecimiento de un partido proletario. En un artículo como este es imposible abarcar todos los aspectos de este asunto, pero hemos planteado cuestiones fundamentales que a nuestro parecer deben ser discutidas y defendidas por los marxista-leninistas auténticos; a saber: 1) el carácter actual de la revolución colombiana es de nueva democracia; 2) sólo el proletariado puede, como máxima vanguardia de la revolución, organizar y unificar al pueblo en la lucha contra el imperialismo y sus aliados colombianos; y 3) la tarea principal del momento es concentrar esfuerzos en la construcción y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana.


 

 
 
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